¿Se juega con fuego en la región?
Actualizado: 16 nov 2019
Alberto Molina Flores
La situación en la frontera norte de nuestro país es harto compleja; una frase que desnuda esa realidad es la del periodista Dimitri Barreto: “Mataje está en el Ecuador, pero Ecuador no está en Mataje”. Planes para el desarrollo de la frontera norte no han faltado en los diferentes gobiernos, uno de ellos fue la Unidad de Desarrollo Norte (Udenor), sustituido por el Plan Ecuador en el gobierno de Rafael Correa; se gastaron millones de dólares y no se conoció ningún resultado positivo.
Al cordón fronterizo, el Estado ha llegado, tarde, mal o nunca; más de un millón de ecuatorianos viven en los 720 km de frontera. Estos ciudadanos pobres y olvidados están a merced de las mafias y bandas criminales que controlan la frontera, les dan trabajo en el cultivo de hoja de coca; en vez de disminuir estas plantaciones han aumentado, se calcula que están sembradas alrededor de 210.000 hectáreas; también los emplean en los laboratorios de procesamiento de la droga, la producción de cocaína ha llegado a la cifra récord de 920 toneladas. Igualmente, son empleados en la minería ilegal y a muchos ciudadanos, especialmente jóvenes, los incorporan a sus organizaciones delictivas. Otra actividad, muy importante para los subversivos y bandas criminales es la de informantes, las más eficaces son las mujeres que trabajan en los lupanares.
Después de diez años de irresponsable abandono de nuestra frontera, sin radares, en casi total indefensión, además de una persecución implacable a las Fuerzas Armadas por parte de Rafael Correa, con ministros de Defensa, casi todos, enemigos declarados de la institución militar, deliberadamente fueron socavando la capacidad operativa, cuyos resultados pudimos palpar en los atentados y asesinatos perpetrados por los disidentes de las FARC, del Frente Oliver Sinisterra comandado por (a) Guacho.
Ahora hay que sopesar el llamado para retomar las armas del otrora segundo a bordo de la narcoguerrilla de las FARC (a) Iván Márquez y si representa una amenaza inmediata para el Ecuador, considerando la dispersión no solo de los grupos disidentes de las FARC, cada grupo tiene su líder, su espacio, autonomía y sobre todo el control del lucrativo negocio de las drogas. El Ejército de Liberación Nacional (ELN), actualmente el más activo; el grupo aunque pequeño, pero también activo, del Ejército Popular de Liberación (EPL), los llamados Grupos Armados Organizados (GAO); también hay que considerar la actividad de los Grupos de Delincuentes Organizados (GDO), a esto se suman los carteles mexicanos, el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. Además, hay fundadas evidencias de que los subversivos colombianos operan desde territorio venezolano con la venia de Maduro.
Bien, frente a este grave panorama para Colombia, consecuentemente para nuestro país y la región, entra en escena Venezuela; Nicolás Maduro acosado por la tragedia brutal que vive su país, por la comunidad internacional, especialmente por el gobierno de Trump, busca jugar con fuego y prácticamente exacerba militarmente a Colombia, treta conocida y empleada por gobiernos corruptos cuando ven amenazado su poder. Maduro, en clara e irresponsable provocación, ha movilizado tropas, armas y pertrechos militares a la frontera colombiana.
Si bien es cierto, Venezuela posee un cuantioso arsenal bélico (aviones, tanques, misiles, lanzacohetes), armamento comprado a Rusia y a China por Hugo Chávez. Un ejército debe estar en permanente entrenamiento y listo para su empleo, en este caso, gran parte de los oficiales venezolanos se encuentran administrando el Estado, como gobernadores, ministros, embajadores, rectores de universidades y sobre todo manejando la joya de la corona, el negocio petrolero y minero; además, son responsables de la distribución de alimentos; a sotto voce se conoce que los generales han amasado inmensas fortunas a costa de negocios turbios. A todo esto se suma la denuncia de que la cúpula política-militar está involucrada en el narcotráfico a través del llamado cartel de los soles.
Actualmente Colombia posee una de las Fuerzas Armadas más poderosas del continente; con sofisticado y moderno armamento y equipo; además, obligadas a un entrenamiento riguroso permanente y con gran experiencia de combate.
La invocación hecha para reactivar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) es inoportuna, la mala experiencia en la Guerra de las Malvinas (1982) no genera confianza.
Frente a estas amenazas, el pueblo colombiano ha cerrado filas detrás de su presidente Iván Duque, cansado de más de 50 años de violencia; a esto se suma el rechazo del otrora jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño, (a) Timochenko, al llamado de sus antiguos compañeros de sangrientas aventuras. En nuestro país, las Fuerzas Armadas, pese a sus limitaciones, especialmente en armamento y equipo, se encuentran listas y preparadas para cumplir con su misión. (O)
https://www.eluniverso.com/opinion/2019/09/19/nota/7524442/se-juega-fuego-region